Preliminares
El estado actual del Parque del Este deplorable en lo que concierne al mantenimiento de sus jardines, caminerías, áreas verdes y obras civiles. Sin embargo, como uno suele mirar estos lugares con una mirada que yuxtapone las imágenes de las cientos de veces que lo visité en el pasado, cuando era un niño, y más tarde como deportista, corriendo más de tres veces por semana a su alrededor, es difícil para mi saber con objetividad cuán deteriorado se encuentra. Aun se aprecia una belleza en este parque que resiste la incompetencia de este gobierno para mantener decentemente todo lo que está bajo su responsabilidad. ¿O será que luego de haber visto en tantas ocasiones los planos de lo que iba a ser el Parque del Este, cuando lo visitamos podemos admirar lo maravillosamente bien ejecutado que resultó ser?
Para evitar comparar mis recuerdos de este hermoso parque (evitando así teñirlos con una melancolía que me recordaría la de Orhan Pamuk en Estambul, libro impregnado de huzun en el que narra y sufre los cambios sufridos por la ciudad de su infancia), con las imágenes que vi la tarde que lo visité, he ilustrado la snotas que subo a este post con fotografias de ángulos muy seleccionados, que eviten mostrar el deterioro y que, por el contrario, muestren la belleza que aún se revela en este diseño que ha resistido de modo tan robusto el paso de décadas de manejo precario o no del todo acertado.
Nacimiento de un gran proyecto de paisajismo en Caracas
Es muy difícil que los caraqueños que vivan en ese cuadrante de la ciudad delimitado por Chacaíto hacia el Este y por el rio Guaire hacia el Sur, no hayan tenido una relación importante a lo largo de sus vidas, y sobretodo cuando eran niños y adolescentes, con el Parque del Este. Este parque, con sus poco más de 70 hectáreas, es el pulmón vegetal más importante de Caracas. Pero el valor de este parque no está limitado ni se circunscribe a su potencial de intercambio de gases que contribuyen con el efecto invernadero por gases que no lo hacen como el oxígeno fotosintético. Sin duda esta función de pulmón la cumple el Parque Nacional El Avila, que sin embargo está fuera del casco urbano. En cambio, el Parque del Este, ubicado en el corazón del antiguo Valle de San Francisco, constituye un espacio vegetal único para Caracas.
Actualmente, el parque es un lugar ideal para: realizar ejercicios al aire libre (jogging, aerobicos, yoga, tai chi, etc.), para practicar deporte (caso de los estacionamientos adecuados para que funcionen como canchas de basquet, o voleibol por ejemplo), para mirar especímenes de la fauna nativa o continental (aves y mamíferos en jaulas o en fosas especiales, además de una colección de anfibios, reptiles e insectos en un terrarium), para escapar por un momento del ruido y turbulencia citadinos y, lo que se puede hacer en todos los casos, disfrutar de vistas hermosas; para que se entretengan y disfruten de un tiempo tranquilo, solitario y relativamente seguro parejas de enamorados; para hacer fotos de vistas hermosas.
Otro objetivo de quienes diseñaron el parque (y de quienes lo encomendaron) era ofrecerle al visitante, no solo diseños hermosos de paisajes únicos, de jardines que recrearan lugares naturales o soñados que en los que estuviesen reunidas especies afines que, sin embargo, habría sido muy improbable que se encontraran juntas o cercanas en la naturaleza. Sino también, como lo ha señalado el arquitecto John Stoddart durante las conversaciones que hemos sostenido con él, ofrecerles a los habitantes de la Caracas moderna la posibilidad de mirar esa montaña espléndida que es el El Ávila, tal como la debieron y pudieron haber mirado los habitantes nativos de este valle. Con esa idea en mente, nos dice Stoddart, se diseñaron ciertas áreas en el Parque del Este que permitieran, si te parabas en determinados lugares de esos áreas a mirar El Ávila, ver la montaña con la mayor amplitud visual posible.
Incluso, con un poco de imaginación, durante ese jercicio de contemplación, podías dejarte seducir por la idea de que esos jardines verdes que veías en el parque definían (construían) una franja de continuidad. Esos jardines que te rodeaban al visitar el parque y mirar desde ellos El Avila te podían hacer pensar que no existían los edificios de concreto y acero, las avenidas y calles de asfalto, que en realidad te separan de ese hábitat casi silvestre que es la montaña. En otras palabras, estaba incorporada en el proyecto original del Parque del Este, la idea de ofrecerte la posibilidad de reconectarte visualmente con el paisaje original de este valle, al permitirte contemplar con el menor número de obstáculos visuales la mayor amplitud posible de esa montaña inmensa que configura este valle, lo delimita y lo protege de manifestaciones de clima extremos.
Este parque que quienes vivimos en Caracas sabemos que es una obra admirable y única de arquitectura pasijística, ha estado una y otra vez amenazado. Lo ha estado por la recurrente falta de presupuesto para mantenerlo según su diseño original. Lo ha estado también cada vez que se ha decidido alterar el espíritu y diseño original con modificaciones que sabemos van a minar la posibilidad de ofrecernos la amplia gama de beneficios que nos ofrece a una población cada vez más necesitada de todo ello: de esparcimiento, de ejercicio al aire libre, de distracción, de silencio y distanciamiento del ruido y caos urbano, de oportunidades y ángulos para la cada vez más difícil contemplación. Y todo ello a un precio muy asequible, que no excluye a ningún sector de la población.
Para recordar la importancia de este parque, y para rescatar detalles sobre cómo nació y cuáles fueron las intenciones originales de sus proyectistas y de quienes lo encomendaron, publicamos este trabajo que será enriquecido una y otra vez con nuestras notas y registros de las conversaciones que tengamos con el arquitecto John Stoddart, integrante junto con Roberto Burle Marx y Fernando Tábora, del equipo de arquitectos paisajistas que diseñó el Parque del Este.
Inevitablemente, este trabajo tendrá un enfoque subjetivo ya que se basa, principalmente, en la narración sobre los orígenes y desarrollo del Parque del Este de acuerdo con las conversaciones que he tenido con el arquitecto Stoddart.
En las tres conversaciones que hemos tenido hasta el momento, hemos conversado sobre cómo el gobierno del regimen de Pérez Jiménez llegaron a contratar al equipo que en efecto contrataron, cómo llegaron a una primera idea, y cómo esta idea fue evolucionando hasta concretarse en el proyecto que fue realmente ejecutado.
Me interesa destacar en estas notas, no solo la importancia del proyecto que luego se ejecutó, sino además los aspectos de la idea y anteproyecto que no se ejecutaron. Es posible que recoja consideraciones sobre cuáles de esos aspectos no ejecutados pudieran ejecutarse en un futuro próximo.
Trataré finalmente de hacer algunas notas sobre cómo se concibió la articulación del Parque del Este con el resto de la ciudad de Caracas.
No descarto la posibilidad de que hacia el final de este trabajo, cuando las conversaciones programadas con el arquitecto Stoddart estén por terminar, pueda recoger también consideraciones sobre las oportunidades de desarrollo futuro del Parque del Este y su impacto en el desarrollo futuro de la ciudad de Caracas. Sobretodo ahora que se ha abierto un espacio para debatir el futuro del aeropuerto La Carlota. Esta abre una nueva oportunidad para repensar el proyecto original del parque del Este, aquel qque incluía su integración con el área en la que se construyó el aeropuerto.
Nacimiento del parque
En proyectos de gran envergadura como lo es el Parque del Este, suele ocurrir lo que en efecto ocurrió. Me refiero a ese proceso que parece ir hacia adelante, luego hacia atrás, luego una vez más hacia adelante. Hasta que finalmente llegó a un concepto o proyecto que satisfacíaa las expectativas del cliente, de los proyectistas y que era económicamente viable. En el caso del Parque del Este, éste además tuvo que ser políticamente aceptable dado que de algún modo el proyecto era el legado de un regimen dictatorial cuyas obras, el gobierno democrático que lo sucedió, quería borrar.
En lo que sigue, me aproximo al Parque del Este a lo largo de tres fases que hemos definido como distintas junto con Stoddart: 1. La del anteproyecto ampliado, cuando aún incluía al área del actual aeropuerto la Carlota; 2. La del anteproyecto modificado y reducido; y 3. La del proyecto que se ejecutó.
Anteproyecto ampliado (entre 1957 y 1959); Exposición Internacional
En 1957, se les encargó a los arquitectos Roberto Burle Marx, Fernando Tábora y John Stoddart el diseño de los jardines de la que iba a ser la Exposición Internacional de Caracas de 1960, que el Gobierno del dictador Marcos Pérez Jiménez planeaba hacer hacer en los terrenos donde ahora se encuentra el Parque del Este, entre la Avenida Francisco de Miranda, a la altura de Los Palos Grandes, y la Autopista Francisco Fajardo, colindando por el oeste con la urbanización La Floresta.
En este anteproyecto, los terrenos tenían una extensión de 170 hectáreas. El proyecto incluía: caminerías, jardines, locales para comer, lagos y espacios para animales, un acuario, un terrarium, el planetario, un museo de historia natural, que estarían distribuidos entre el área actual del parque y los terrenos en los que operaba el aeropuerto La Carlota. Esas dos áreas se había planeado que estuvieran conectadas por un paso aéreo sobre la autopista Francisco Fajardo, de 30 metros de ancho. También incluía el terreno ocupado hoy en día por un vivero al extremo noreste.
Anteproyecto reducido: Parque del Este (1959-1960)
Cuando cayó el régimen de Pérez Jiménez, en 1959, la Junta de Gobierno decidió parar la exposición. Afortunadamente, por sugerencia del arquitecto Carlos Guinand Sandoz se resolvió hacer un parque que no incluyó ni los terrenos correspondientes a La Carlota ni los del vivero, lo que dejó al parque con un área de unas 76 hectáreas.
De esta segunda versión recortada, parecida en área a la que se construyó, hubo anteproyectos preliminares que proponían un número sustancialmente mayor de recinto amurallados. Stoddart comenta que la radiación solar en el lugar de la construcción del parque era muy elevada. «No importa dónde pusieras el fotómetro, la intensidad lumínica era igual y muy elevada. Teníamos que hacer algo para reducirla y esos recinrto amurallados eran una solución posible.»
Esos muros protegerían las plantas, no sólo de la radiación sino también del viento, la contaminación; en fin, producirían un aislamiento eficaz para la splantas y también para los visitantes. Para aislarlos del ruido de la ciudad.
En la foto de abajo se muestra el boceto coloreado de uno de los primeros anteproyectos de la versión recortada del Parque. La foto se hizo a partir de un libro en el que el plano aparece en un tamaño muy pequeño por lo que la resolución es baja y no se pueden apreciar bien los detalles.
A la izquierda de la entrada por la Avenida Francisco de Miranda se pueden ver lo que Stoddart llama los jardines amurallados, y a la derecha (aun no se había construido la Concha Acústica) el rectángulo en color blanco corresponde a un museo que habia sido propuesto por los proyectistas. Formaba parte del proceso de negociación entre éstos y el cliente, como para compensar la serie de recortes que había sufrido el proyecto original.
Otro detalle interesante de observar en este plano, según señala Stoddart, son las diferencias originales entre los dos microambientes sobr elos que se contrauiría el parque: si se mira el eje central imaginario que divide al parque en dos mitades, este y oeste, se puede apreciar que los árboles definían un límite naatural (son los puntos negros en el plano). El area este a la izquiera de la entrada principal, tenía árboles, dado que en las haciendas existentes se cultivaba café, y el área oeste, en la que antiguamente se sembraba caña de azúcar, no tenía árboles. En esta área es que se diseñó el Ocho, espacio cuyo objetivo principal era constituir un campo que ofreciera una visual directa del Avila. Con el paso del tiempo este espacio ha sido plantado con árboles, lo que ha minado un poco esa función.
Jardín xerofítico
Es un espacio del parque que en el proyecto original los arquitectos habían esperado que tuviera fines didácticos. Con este propósito, se recolectaron especímenes de las diversas aregiones áridas del país. El espacio se modeló sobre escombros que luego fueron recubiertos por tierra proveniente de las excavaciones realizadas para hacer los lagos. Tábora cuenta en el libro citado que la topografía y distribución final de las especies se decidieron sobre la marcha, dependiendo de cómo iba quedando los trabajos. Es decir, se trabajaba sobre croquis y esto creó el problema de la falta de planos en todas las áreas del parque en las que no habían proyectos arquitectónicos (p. 82).
Pseudobombax septenatum, o ceibo barrigón, árbol de la familia de las bombáceas que crece en el jardín xerofítico del Parque del Este.
En esta foto retrato el tronco abombado del ceibo barrigón, también en el jardín xerofítico
Y aquí dos ejemplares de Pseudobombax septenatum rodeados de varios especímenes de Agave americana (variedad azul).
Árbol candelabro (Euphorbia ingens), en el jardín xerofítico del Parque del Este.
Otra foto, mirada desde abajo, del árbol candelabro. Aquí se aprecia mejor la forma del árbol y se puede sospechar porque tiene ese nombre común.
En la foto siguiente muestro un entrelazamiento entre un ceibo barrigón y un árbol candelabro; mirado desde abajo, casi a la altura del suelo.
Frutos del Courupita guianensis, árbol de la familia de las Lecythidaceae, cerca de la entrada norte, en el Parque del Este.
Otra imagen del C. guianensis
Recintos amurallados
Podemos distinguir en el plano que Sttoddart tiene sobre su mesa (uno de los bocetos tempranos y parciales del proyecto reducido) cómo el área que correspondía a lo que él llama recintos amurallados era mucho más grande. «Si consideras que cada retícula en este plano es de unos 100 metros, te das cuenta de que el conjunto de espacios amurallados iba a tener una longitud de alrededor de un kilómetro.» Stoddart menciona que uno de los elementos que se perdieron es un mural que Burle Marx había diseñado y que iba a tener unos 100 metros de largo por 9 metros de alto. Era un mural complicado, lleno de entrantes y salientes y con espacios huecos que dejaban ver a través. Pero se halló que éste resultaría muy costoso y no fue aprobado por el cliente.

Boceto coloreado que destaca los recintos amurallados en su versión ampliada (Archivo de John Godfrey Stoddart), julio de 2010
Patio de los azulejos
A John Stoddart le gusta llamar a está área del parque el jardín amurallado. Stoddart cuenta que la idea de construir este jardín amurallado nace de la percepción que tuvo el equipo de que el tramo de la avenida Francisco de Miranda entre la entrada principal y el lindero este, como no tenía semáforos, era tansitado a toda velocidad por los vehículos. Las paredes de este jardín tendrían entonces una función doble de aislar sónica y visualmente a los visitantes del Parque del Este en esta zona, y permitirles así disfrutar de un modo más sereno la contemplación de los árboles, setos y caminerías en esa zona del parque. Stoddart lamentaba que Burle Marx, quien hizo el diseño de los azulejos que recubrirían las paredes de esta área, no controló finamente los tonos de los azulejos, cuya decision quedó en manos de los artesanos. Uno siente que esta zona del parque, con espacios contenidos por muros que la hacen mas silenciosa, sería ideal para la contemplación solitaria (o en grupos pequeños), y serena y no para una actividad excesivamente dinámica.
Otra vista del patio de los Azulejos
Patio de los Muros Rojos
Se accede a este patio caminando hacia el sur desde el Patio de los Azulejos. En la foto siguiente se muestra un Pilón, también llamado Chiray, árbol de la familia de las leguminosas, (Andira inermis) que se yergue solitario en el medio de este patio. Funciona de un modo semejante al Patio de los Azulejos en cuanto a que los muros que lo rodean lo hacen silencioso y menos ruidoso (más aislado sónicamente de la calle y del ruido producido por los visitantes, que el resto del parque.
El Patio de la Cortina de Agua
Mirada desde este ángulo, esta fuente se asemeja a una sección de uno de esos antiguos acueductos romanos cuyas ruinas podemos ver en tantas ciudades europeas. Con la diferencia que toda la obra ha sido construida en concreto y luego de casi medio sigglo la construcción sigue en perfecto estado. Para el arquitecto Fernando Tábora (en el libro Dos parques y un equipo, p. 122), este espacio se caracterizó porque, a diferencia del Patio de los Azulejos, y del Patio de los Muros Rojos (donde está el Pilón), no está circunscrito o contenido por muros. Aun cuando esto no es lo que ha ocurrido, es un espacio al que se esperaba que los visitantes llegaran principalmente desde los otros dos espacios amurallados. Colinda al oeste con esos dos primeros patios, y al sur por una avenida sombreada por una hilera de mijaos (Anacardium excelsum). «Estos árboles fueron seleccionados por su gran tamaño, que les permitía constituir un muro vegetal que separaría este espacio cubierto de grama que antecede a los lagos de las colecciones de plantas acuáticas» (p. 122) dice Tábora en el libro citado. Desafortunadamente, y me imagino que por razones de costo, sólo en contadas ocasiones a lo largo de los más de treinta años que he visitado el parque he podido ver el agua cayendo como una lluvia fina y formando la cortina que estaba diseñada.
En esta foto se muestra el paisaje del que proviene el reflejo mostrado en la foto precedente. Stoddart recuerda que justo en el lugar desde el cual se tomó esta foto se había propuesto construir un restaurante al cual, de noche, se pudiera entrar directamente desde la Avenida Francisco de Miranda. «Al equipo nos parecía que este restaurante constituía una manera más razonable de cerrar ese paseo que, tal como fue construido, siempre ha parecido terminar abruptamente o con poco sentido arquitectónico», nos dice Stoddart.
Otro reflejo, retrato del Pico Oriental, desde la misma área del Parque del Este
Otra versión más de esa foto:
Los Lagos del Norte
Tábora dice sobre estos que: «eran ideales para el desarrollo de una vegetación palustre y lacustre y también subacuática» (p. 82). Aquí abajo se muestra una vista parcial de una de esas lagunas, en la que encuentro fascinante la variedad de grises, especificos de cada tipo de planta.
Otra imagen de los lagos del Norte, mostrando un pato que sumerge su cabeza bajo el agua.
Finalmente, publico aqui una vista de los lagos del norte llena de verde, que muestra en un plano principal las hojas flotantes de los nenúfares.
El lago del Sur o Lago de los Botes
Quizás no se llama así pero es el nombre que le dábamos con mis amigos cuando de niño lo visitábamos.
Hacia el sur del parque se hizo este gran lago (cavando una fosa que produjo entre 200 y 300 metros cúbicos de tierra que luego se utilizaron en la construcción de lomas en las áreeas circundantes). En este lago todavía funciona un servicio de alquiler de botes de remo. Recuerdo que este paseo en remo por ese lago era uno de los grandes placeres que podía tener en el parque cuando me llevaba mi padre. Mientras él se tomaba un café y escribía en una libreta de notas los bocetos de algún próximo cuento o parte del capítulo de alguna novela, algún amigo y yo alquilaríamos dos y tres veces seguidas un mismo bote, estirando el placer durante un largo tiempo. Quizás hasta la hora. Había quienes decían que en ese lago había pirañas que habían arrojado para impedir que la gente que alquilaba los botes se lanzara al agua. Aunque intuíamos que eso era una mentira, prudentemente evitábamos meter las manos en el agua. Por si acaso. En la actualidad uno no sabe si los restos de árboles cuyas ramas vemos sobresalir de la superficie del agua de ese lago son parte de un rediseño, o si por falta de presupuesto se decidió dejarlos allí. Aparece uno de esos árboles secos sumergidos en la foto que se muestra. Le confieren un ambiente extraño a este lago. Un poco como si recrease uno de esos pantanos del Sur de la Florida, de los que pudiera salir en cualquier momento un enorme cocodrilo.
Esta otra foto muestra el muelle en el que atracan los botes de remo al caer la tarde.
Maravilloso Articulo.
Muchas gracias por compartirlo.
Diego
De nada Diego. Un solo lector ya justifica cualquier texto. Saludos
I read completely your article (I hate the word blog) and I am anxious to see what else you can extract from the architect… even though without wishing to, he is proving to be rather elusive. Please do insist though, and receive my sincere appreciation for what you have written so far. Its quality is far beyond my own dismal attempts at a memoire ! Perhaps we should collaborate on a book !
John Godfrey
Espléndido lo que has hecho. Yo que trote cada día allí donde lamentablemente mis recuerdos infantiles chocan con la realidad actual del parque, leer esto me ha congraciado con el definitivo afecto por este amor verde que siento.
Gracias por lo bien escrito, las excelentes fotos y la maravillosa crónica que nos has dado.
Mis respetos,
Florángel
Excelente este artículo sobre el Parque del Este, Muy completo, y sobre todo escrito de corazón, se siente cuando se lee. Destaca lo más bello de este parque. Felicitaciones Sr Davalos.
Manuel Giuseppe
Excelente artículo, felicitaciones. Me gustaría saber cuánto duró la ejecución de esa bella obra. Gracias.
Amigo lo felicito, una gran labor. continue usted con otros espacios de nuestra hermosa ciudad.
Saludos…..
Chévere. Nos abre los ojos con respecto a lo que tenemos y no lo apreciamos.
Grato artículo, y tambien tengo casi 40 años visitandolo y percibo el terrible deterioro y a su vez su encantadora novedad cada día que voy
Este gobierno no hace nada ni obras ni mantenimiento a las obras viejas de 50 años ..
Excelente articulo. Gracias!!
Tremendamente ilustrativo y enriquecedor, muchísimas gracias!
Será que se pueden conseguir fotos de losprimeros años?
No es tan parecido como el de hoy en día ya que esta maltratado.
excelente trabajo con un gran contenido y anécdotas ilustrativas y rico en sentido de aprendizaje honor a quien honor merece, grandioso articulo
Excelente artículo.
Lamentablemente ya el parque no cuenta con una entrada principal, ya qué instalaron un terminal de pasajeros y muchos kioskos por lo cual es imposible para un visitante primario poder apreciar lo qué muchos de nosotros sentimos de niños al acercarnos a la entrada del Parque del Este.
Recientemente lo visité y sentí tristeza al ver el deterioro en el que se encuentra el parque y los pocos animales qué ahí se encuentran.