José Gabriel Fernández (1), Un arte conceptual lejanamente taurino

 (la foto fue cortesía del artista)

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Tauromaquia y taumaturgia en su proceso creativo

Este artista venezolano nacido en Caracas, en cuya obra el curador Miguel Miguel ha encontrado como fuentes de inspiración los trabajos de los artistas británicos Barbara Hepworth y Ben Nicholson (ver GP 2), ha declarado que su obra también tiene como inspiración la tauromaquia. Fernández la considera como un “suelo fértil para esbozar una genealogía del deseo a través del cuerpo del matador”. Sus primeros trabajos inspirados en este tema reexaminaron las relaciones entre género, identidad sexual y las narrativas del alto modernismo. La obra Revolera y otros trabajos de esta serie, son el producto de un proceso literal de desconstrucción del traje de luces utilizado por el matador para obtener, mediante una suerte de proceso de ingeniería reversa, los patrones individuales que, cosidos uno al otro, conforman esos complejos y hermosos trajes que tanto han fascinado al artista. La taumaturgia del arte de Fernández actúa sobre estos patrones, que son los elementos que ensamblados dan origen a diversas series de sus piezas recientes, de una manera muy versátil y prolífica. En algunas series, Fernández integra los referidos elementos en volúmenes irregulares y muy limpios cuyas secciones mostrarían versiones de los patrones originales. En otras, los elementos provenientes de los patrones, que mirados individualmente nos recuerdan esas figuras ovoloideas usadas por Alexander Calder en muchas de sus esculturas, pueden ser ensamblados uno con otro y dar lugar a complejas figuras huecas y blancas que se muestran al espectador como detalles del traje de luces del matador durante su contienda con el animal. Finalmente, los negativos, por así decirlo, que resultan del proceso de producción de patrones han sido integrados en otras series de Fernández. Tal es el caso de la serie de las que forma parte la obra Revolera. Esta está constituida por un conjunto de negativos de los patrones obtenidos del referido proceso de desconstrucción del traje de luces. Planos superpuestos en cuya disposición puede participar el espectador (lo que les otorga un carácter lúdico). Fernández entonces, habría encontrado un proceso de creación, expresión y producción artísticos basados en la referida desconstrucción y eventual reconstrucción del traje de luces. Un objeto detrás del cual yace, como seguro lo pensó Hemingway al escribir Muerte al atardecer, un ritual de antagonismo entre hombre y bestia, en cuyo marco se gestaron algunos de los valores de coraje, valor, fuerza y nobleza que sustentan la génesis de la civilizaciñon occidental. Este objeto, en un paso siguiente, como en la ejecución de una mala lectura (según la jerga que acuñara el crítico Harold Bloom), es reconstituido mediante operaciones de transformación, que con reglas muy precisas, actúan sobre los elementos originales o sobre sus huellas (negativos de los patrones). Al final, la figura ausente pero que es objeto central de la reflexión de Fernández es el cuerpo de piel, músculos y huesos del matador, locus sensorial, cultural y arquetipal de este proyecto estético. L.D. (una versión de esta nota sobre el arte de José Gabriel Fernández se publicó en la segunda edición de la revista GP)

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